El Hombre de Todas las Facetas (13 Abril 2025)
Nos reunimos hoy con profundo pesar, pero también con inmenso respeto y admiración, para despedir a una figura monumental, a un verdadero gigante de nuestro tiempo: Mario Vargas Llosa. Su reciente partida en Lima, a los 89 años recién cumplidos, cierra un capítulo extraordinario no solo en las letras universales, sino también en la vida intelectual y pública de Latinoamérica y del mundo.
Hablar de Mario Vargas Llosa es hablar de complejidad, de una vida vivida con una intensidad y una coherencia a prueba de etiquetas fáciles. Fue, ante todo, un escritor colosal. Nacido en Arequipa en 1936, irrumpió con fuerza inusitada antes de cumplir la treintena, convirtiéndose en pilar fundamental de ese fenómeno irrepetible que fue el boom de la literatura latinoamericana. Era, de hecho, el último titán en pie de aquella generación prodigiosa que cambió para siempre la forma en que el mundo leía y entendía a nuestro continente.
Su pluma nos regaló obras inmortales, universos narrativos de una riqueza y una profundidad asombrosas. ¿Quién no recuerda la potencia visceral de esa pregunta que abre "Conversación en La Catedral": "¿En qué momento se había jodido el Perú?"? Una frase que, al igual que el inicio de "Cien años de soledad" de su compañero de generación García Márquez, trascendió el libro para convertirse en un símbolo, en una interrogante perenne sobre nuestras realidades, nuestras fracturas y nuestras esperanzas.
Pero Vargas Llosa fue mucho más que un novelista excepcional. Fue un intelectual público de primer orden, un pensador incansable comprometido con su tiempo. Su trayectoria vital es un reflejo de esa inquietud: desde las simpatías revolucionarias de juventud hasta la defensa apasionada del liberalismo en su madurez, siempre estuvo en el centro del debate de ideas, argumentando, polemizando, obligándonos a pensar.
Fue también un actor político, alguien que no dudó en bajar de la torre de marfil para involucrarse directamente en la arena pública de su país, llegando incluso a ser candidato presidencial. Una faceta que le generó tanto adhesiones como críticas, pero que demostraba su profunda preocupación por el destino de la sociedad.
Y sí, en esa vida desbordante, también conoció la exposición mediática más allá de lo estrictamente literario o político, convirtiéndose, a veces a su pesar, en objetivo de la prensa del corazón. Otra muestra de cómo su figura trascendía los compartimentos habituales, ocupando un espacio singular en el imaginario colectivo.
A pesar de las dificultades de una infancia y juventud que no fueron sencillas, forjó un carácter tenaz y una disciplina férrea. Su vocación era la escritura, y a ella se entregó con una pasión que no lo abandonó ni en sus últimos días. Nos deja con la noticia de su intención de escribir un último ensayo sobre Sartre, aquel "maestro de joven", un testamento de su amor imperecedero por las ideas y la palabra escrita.
Mario Vargas Llosa fue, en definitiva, un hombre poliédrico, imposible de reducir a una sola dimensión. Escritor, político, intelectual, liberal, polemista, referente... y por encima de todo, un creador inmenso cuya obra perdurará como faro y como desafío.
Hoy, Perú pierde a uno de sus hijos más ilustres. Las letras universales pierden a uno de sus grandes maestros del siglo XX y XXI. Nosotros perdemos una voz lúcida, crítica y valiente. Pero nos queda su legado: novelas que seguirán interpelándonos, ensayos que nos invitarán a reflexionar y el ejemplo de una vida dedicada con fervor a la libertad y al poder transformador de la literatura.
Descanse en paz, Mario Vargas Llosa. Su obra ya es eterna.